Viernes, 9 de julio de 2010
El Paseo de la Barra, concurrido.
Los barcos siguen en su ir y venir, mientras Dionisio atiende a los Amigos de La Tana, siempre atento a que no falte detalle.
Y en la barra, además de pescadores,
ahora tenemos bañistas.
Los que no tenemos baño, intentamos refrescarnos, sino por fuera, al menos por dentro. Los proveedores aprietan y su arte para la venta consigue hacernos probar -siempre pensando en Los Amigos de La Tana- burbujas de calidad. ¡Louis Roederer, nada menos! No es el Cristal, pero casi. Fresco, agradable y delicadamente perfumado, nos hace decir que sí. Que un poquito más.
Vemos a Ceferino que se acerca, pero no, no viene a por nosotros,
le esperan en el Paseo.
Paco y Cañete, además de arroces y pescados especiales, se ocupan de nuestras tapas.
El pulpo de La Tana, ha tenido siempre -al igual que la ensaladilla- admiradores incondicionales.
Discutían ayer unos Amigos de La Tana en la mesa, lo que les apetecía tomar y, cuando uno mencionó el pulpo, saltó su compañero:
- Después de que Paul, el pulpo alemán, entre Alemania y España eligiera a la Roja -acaba de señalar también a España frete a su duelo con Holanda-, he prometido no volver a comer pulpo en la vida. Sería una ingratitud por mi parte.
Amigos de La Tana, seguro que el domingo podremos cantar:
¡Campeones, campeones...!
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