Estamos ya en julio, y los Amigos de La Tana se multiplican. Al Paseo de la Barra le salen ambientadores musicales espontáneos y el verano se inicia.
Los barcos se suman a la fiesta y
Antonio, que ya entiende un montón, siempre avisa:
-¡Sebastián, que viene uno!
Los que si nos han visitado son Carlos y Angélika, grandes Amigos y entusiasta de La Tana. Conocedores de mi afición por la bibliografía gastronómica, han querido obsequiarme con un libro -reliquia familiar seguramente- de cocina alemana, de finales del XIX, principios del XX, titulado "Kochbuch für drei und mehr Personen".
Lo del idioma no es problema. Precisamente nuestro Antonio,
justo acaba de terminar hace pocos días un curso de ALEMÁN HOSTELERÍA
promocionado por importantes organismos, y está a la espera de recibir su calificación, que suponemos será buena.
Hace unos días recibió una llamada de la interventora de los cursos interesándose por su ritmo de estudio y oímos la respuesta de Antonio:
-¿El curso de alemán? ¡Ah, si! Bueno, ¿cómo quiere que le informe, en alemán o en español?
Cierto es que, Amigos de La Tana, tenemos de diferentes nacionalidades. Los de la foto, si no recuerdo mal, disfrutaron de su apartamento en La Manga durante 30 o 40 años, hasta que recientemente decidieron vender. Pero eso no ha conseguido que nos olviden. Todos los años aparen unos días para saludarnos y recordar momentos pasados. Siempre lo hago con alegría, aunque, como ya estoy alertado, cuando hacemos ademán de estrecharnos las manos, me preparo mentalmente. Seguramente pretende demostrar que está en plena forma -¡y lo está!- y aprieta como si quisiera hacer una hamburguesa con mi mano.
Y en Cabo de Palos, sabemos que, mejor que las hamburguesas, lo que hay que degustar, son los frutos del mar, que nos tientan desde el expositor. Para eso, nuestro jefe Dionisio, persigue -y normalmente consigue- las mejores capturas.
Piezas que luego, Ceferino, se ocupa de preparar delicadamente para que los Amigos de La Tana saboreen, con pocas espinas que esquivar, y buenos sabores que paladear.
Y para terminar, no podemos dejar de felicitarnos por haber tenido la alegría de que Laura nos visitara y se reafirmara como buena Amiga de La Tana, probando su platito de caldero.
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