viernes, 18 de enero de 2013

Flyboard



Semana del mes de enero fresca de clima, pero muy soleada. Si nos hubieran caído 20 millones -lotería-, incluso a pesar del impuesto, nos quedaba para instalarnos en el Paseo de la Barra y alrededores.


Frutos de la huerta, vino del Campo de Cartagena -Viña Galtea 2012- y


calamar de potera, rey del invierno en la zona 


que en compañía de lechas, lubinas, dentones y sargos,  


sin olvidar los salmonetes, son las maravillas de lugar.


Andrés, atendiendo sugerencias de Javier, nos preparó un bonito en escabeche con técnica japonesa -casi crudo- que resultó perfecto para una cata de vino que teníamos pendiente;  


a la que añadimos también alguna gamba, solo por mantener el nivel.


The Poisonous Worm of Envy, leemos en la etiqueta y que según el diccionario sería: El gusano venenoso de la envidia, pero la traducción castiza nos deja lo de envidia cochina, y con este nombre se ha quedado el vino, para engrosar la ya larga lista de caldos con nombre original.

La foto que sigue a continuación no tiene nada que ver con la cata que comentamos. Es una historia diferente.


La semana pasada comentábamos que habíamos visto barcos,  canoas, motos de agua y tablas, pero Javier -siempre se nos adelanta- nos ha mostrado que también existen las Flyboard,

¡el nuevo deporte que ha revolucionado el mundo!



Amigos de La Tana, ahí va, de amanecida, el crucero -seguro que el Costa Concordia no es- vía Cartagena. ¡Siempre nos queda la libertad de soñar!

2 comentarios:

  1. Hola Sebastián y amigos de La Tana:

    Sin duda, el Flyboard es un deporte divertido y también atrevido, para cuya práctica se necesita, sobre todo, no paceder de vértigo. Mucho más tranquilo y relajante es sentarse en el Paseo de La Barra y degustar el bonito en escabeche que ha preparado Andrés, eso sí, regado con una copa de "envidia cochina".

    Que paséis buena semana.

    Un saludo.

    Pablo,
    desde Guadalajara.

    ResponderEliminar
  2. Amigo Pablo:
    No se como andarás con lo del vértigo. En mi caso, enfrentarme con el “envidia cochina” es lo más atrevido que me puedo permitir.
    Un saludo,
    Sebastián Damunt

    ResponderEliminar