Se
nos termina julio y el calor aprieta.
Afortunadamente, en el Paseo de La Barra, siempre sopla algo de brisa por algún lado. Poco, pero suficiente para resistir. Se puede
ayudar también, para mitigar los calores, con algo fresco, pero, eso sí, ¡sin
pasarse!
Nos
ha sorprendido ver una nave diferente. Se comprende que no son pescadores, pero tampoco es de recreo.
Espiamos
sus maniobras y enseguida vemos que su actividad está relacionada con el pequeño faro inclinado.
Los
buzos aparecen y desaparecen.
Y
el barco les monta guardia. Hasta un cable descubrimos en la foto –lado
derecho- que se sumerge en el agua.
Intrigado,
he empezado a indagar y finalmente Ceferino,
que lo sabe casi todo, me ha explicado la maniobra. Los buzos están taladrando algo, no sabemos que, debajo
del agua, y el barco, gracias al compresor
amarillo que vemos en cubierta y mediante el cable que se sumerge, les proporciona la energía necesaria.
Lo
único que se nos ocurre es que están maniobrando para que el pequeño faro pierda la
inclinación actual, y quede de pie, firme. ¿A que sí?
De
las maniobras portuarias pasamos a las maniobras
interiores.
Aquí
tenemos el equipo con Yoyi, con la
sartén por el mango –bueno, en este momento cambió el mango por la rasera, pero
solo un instante- al frente; detrás vemos a Paco, el más veterano y cualificado; Andrés, master chef con pastelería incluida; Rafael que vino para un stage
en La Tana con intención de validar su
título –dice que aquí ha aprendido el “ritmo”-, lo consiguió, y además se ha
quedado de plantilla. Y Oleg,
magnífico profesional y estupenda persona, que llegó del Este. Orígenes que le autorizan
a repasar la traducción de la carta al
ruso y corregir algún que otro gazapo en ese idioma que tan de moda se ha
puesto en las zonas turísticas, Cabo
de Palos incluido.
Mimoun,
además de con los bogavantes,
también triunfa con los pimientos rojos
y cada día tiene una sesión tremenda para que no falten.
Todos preparados y dispuestos, pues saben que esperamos amigos importantes –Cabopá
incluida- y no se puede fallar.
Firme
es el saludo que nos ofrece Mari Carmen
–Cabopá- y familia –nieto
incluido, que no se ve, pero si está- desde una reunión agradable.
¡Lástima
que tuvieron que salir zumbando por el
calor! No hubo incendio pero sí avería
eléctrica que apagó el aire acondicionado y claro, después del arrocito, si
sube la temperatura hay que salir
en busca de aire fresco…
Frescas
si están las gambitas y demás tentaciones de las vitrinas.
Este
grupo familiar, que más parece un casting
para TV gracias el armónico conjunto de personas y colores frente al mar, se trata en realidad de nuestro amigo Felipe –Grupo Codorniu- que ha
venido a comprobar el maridaje de Raimat
con el arrocito de La Tana -el Anna
de Codorniu se quedó para el final-, prueba que, suponemos, ¡superada!
Y Andrés –con el calor se agradece- nos
ha preparado un bacalao con cebolla
confitada, entrante frío que,
como el que no quiere la cosa y a golpe de tenedor, despareció en un instante.
Y
ya, como los tripulantes de la moto
acuática, ponemos rumbo al horizonte y decimos…
¡Nos vemos en Agosto!
Entre las maniobras de mar y las de la cocina me entretengo leyéndote, amigo.
ResponderEliminarGracias por la atención siempre excelente, todo estaba riquísimo, el pulpo,las gambas, el arroz, el vino, los postres y cómo no, el cava.
Sabes que me gusta ir y estar en ahí, siempre que puedo lo hago, este día con toda la familia incluida la nieta.
Gracias por todo y recuerdos a todos los profesionales de ese establecimiento.
Muchos besicos
Amiga Mari Carmen:
ResponderEliminarResulta encantador admirar estas reuniones familiares que se ven felices. Se suele comentar que los hijos vienen a este mundo con un pan debajo del brazo. Nada se dice de lo que traen los nietos. Lo cierto que es que, a lo nuevos abuelos –entre los que me cuento- y abuelas, por más que los estamos esperando, nos pillan de sorpresa. Sorpresa que pasa a reflexión.
Un saludo,
Sebastián Damunt