Esta semana ha sido en general soleada y amable con el Paseo de la Barra.
Nos visitó un barco azul, grande y hermoso,
que en realidad fue visto y no visto. Cuando te quieres dar cuenta, ya no está.
Estas desapariciones, siempre me recuerdan lecturas juveniles. Tintín quizá, que cuando volvían corriendo al puerto junto con su perro, su barco ya no estaba, o se veía lejano en la línea del horizonte.
Al ver, o leer este tipo de situaciones, siempre me entraba una sensación de incredulidad. ¡Era como quedar completamente perdido, abandonado! ¡Qué sensación más triste!
Claro que, en el Paseo de La Barra estas situaciones no suelen producirse. En una ocasión, hace ya algún tiempo, tuvimos un problema que era al revés. Unos buenos amigos de La Tana -jovencitos no eran, desde luego- estaban experimentando nuevas habilidades y consiguieron venir a nuestro local, en un barco impresionante, desde el Puerto de Tomás Maestre, en lugar de hacerlo con su automóvil. ¡Vía marítima!
Satisfechos, almorzaron disfrutando de su arrocito y, por que no, contemplando su magnifico medio de transporte, mucho más emocionante que las cuatro ruedas habituales.
Pero ¡oh sorpresa!, el tiempo dió un cambio inesperado, las aguas empezaron a moverse y el barco ya no se estaba quieto. Ante lo problemático que se anunciaba el regreso marítimo, enseguida buscamos una solución.
¡Taxi para viajar al puerto Tomás Maestre y capitán cabopalero para afrontar el oleaje con el yate en la singladura de vuelta!
Nuestra amiga Viena, que gentilmente nos visita y aprecia el buen aspecto de los frutos del mar que nos llegan hasta el expositor, piensa que cuando los inspectores de la Michelín comprueben estas gollerías se asombrarán. Pero lo que no se imagina es que antes descubrirán su "trigo picao", entre otras cosas, y la obligaran a poner un restaurante... ¡Es broma!
Estas gallinetas de Cabo de Palos, fritas en rodajitas y acompañadas de unas patatas crujientes -como le gustan a Javier- y unos pimientos del Padrón que nos envía Laureano, están riquísimas.
Claro que, a nuestros amigos alemanes, que ya hablan español -mas de 30 años hace que nos visitan, me decían hoy- les gusta la paella que les prepara Yoyi.
Dos clásicos del Paseo de La Barra vemos en la imagen. Nuestro Juan, que tiene un menú previsto para su cena de esta noche preparado especialmente por Carmelo, lo que le tiene algo preocupado por si se salta su dieta; ¡Michirones y Pastel Cierva, nada menos!
Y Justo Amat, quien andaba estos días con la cabeza descubierta y preocupado por que no localizaba su sombrero de paja, deducimos que se le solucionó el problema, pues vemos que lo sujeta con su mano izquierda. ¡Problema resuelto!
* * *
La semana pasada nos despedimos con este anunciado:
¡Ojo, que será viernes y 13!
y
Si en marzo, tuvimos que señalar las palabras de
"espero desde el fondo de mi corazón que la gente se trate con misericordia y que juntos de la mano superen estos tiempos difíciles"
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Hoy leemos en El Mundo:
Terremoto en Lorca
Ayudas al alquiler y la reconstrucción y beneficios fiscales para las empresas
"Hay que invertir dinero para que Lorca recupere la vida cotidiana", ha dicho el vicepresidente primero del Gobierno y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en una rueda de prensa al término de la reunión presidida por el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, en la que se han acordado las principales líneas del plan de respuesta al seísmo que se aprobará mañana en el Consejo de Ministros. Será un amplio decreto ley que entrará en vigor el lunes".
Ah Sebastián, espero siempre impaciente e ilusionada el paseo por los Amigos de la Tana. Siempre contándonos anécdotas entrañables.
ResponderEliminarMenos mal que esos amigos quedaron a salvo en tierra, peor hubiera sido quedar en medio del mar en mitad de la tormenta. He recordado yo una anécdota que viví, de esas muchas que vivimos los amantes del mar, y fue un día que cogimos un pequeño velerito y nos fuimos a dar un paseo. Casi sin darnos cuenta, nos alejamos bastante, cuando de repente, una calma chicha paró absolutamente las velas y dejó el barquito como anclado. ¡Sorpresa! No teníamos los remos. Recuerdo que teníamos todo en una taquilla en el puerto y yo no sé por qué, si fue despiste o pereza, imperdonable, desde luego, pero habíamos salido sin remos. De modo que hubo que salir a tierra prácticamente nadando, remando con las manos. Siempre que lo recuerdo me da mucha risa, porque es de panolis totales, pero la verdad es que hay que andar con cuidado, el mar te respeta si lo respetas, no hay que jugar con la suerte.
Bueno, leyendo tu entrada, me doy cuenta de mi imperdonable error el otro día al nombrar a Yoyi, cuando la mencioné como Goyi. Le pido disculpas a ella y a ti, creo que el nombre de una persona es importante y no debe ser confundido.
Sobre los Michelín, jejeje, espero que no me obliguen a nada, porque creo que para tener un restaurante hay que ser muy profesional, no todo el mundo abre un local y ha puesto un restaurante, que luego pasa lo que pasa. Un restaurante tiene que ser como La Tana, que destila profesionalidad por los cuatro costados.
Lorca nos ha impactado a todos, no estamos acostumbrados a que estas cosas pasen tan próximas a nosotros. Desde aquí les envío un abrazo solidario a todas esas personas que se han quedado sin hogar.
Y un abrazo para tí Sebastián, La Tana y tus crónicas, enganchan, te lo aseguro.
Nos vemos.
Amiga Viena:
ResponderEliminarEl mar siempre acompaña tus vivencias. Iba a decir "de juventud", pero en realidad -yo al menos- creo firmemente que esta época de la vida no abandona nunca nuestros corazones.
Yoyi se llama en realidad Gregoria, pero desde siempre se le aplicó cariñosamente lo debe ser -supongo- un diminutivo.
Ayer me escribió Susana, una amiga peruana -experta gastrónoma-, con quien intercambiábamos libros y textos del tema. Habían transcurrido muchos meses desde nuestro último comunicado y, al igual que algún familiar -ya quedan pocos- la noticia del terremoto de Lorca les hizo recordar a los que habitamos la zona. Afortunadamente hemos podido agradecer su interés.
Pascal Remy, fue inspector de la Guía Michelín durante dieciséis años y, cuando abandonó su cargo, publicó "El inspector se sienta a la mesa", 2004, donde relata curiosas y entretenidas historias. En la página 31 leemos:..."Pero aunque es verdad que algunos son incapaces de distinguir el tomillo del romero, ello no es obstáculo para recomendar una buena dirección."
Un saludo,
Sebastián Damunt