viernes, 27 de mayo de 2011

Picoteo de Javier y Cia. en el Paseo de la Barra


Amigos de La Tana, no hemos abandonado el Paseo de La Barra. Sencillamente hemos subido para ver el panorama desde un punto de vista más elevado. Nuestra amiga Imma controla y atiende muy eficientemente los comensales de este nivel.


Las vistas - a distancia- suelen ser cambiantes, pero siempre curiosas.


Y de cerca, vemos a los buceadores en su barco, que siempre va y viene, e incluso, hasta una sirena -suponemos que pescando peces- en la barra.



  
Los que nos quedamos en el Paseo siempre nos interesamos por algún platillo. Por ejemplo, una sencilla ensaladita de tomate raf, cebolleta fresca y aceitunas partidas de Cieza, con su buen aceite de oliva virgen y un chorrito del vinagre de Modena, que también está de moda.

  
Pero al momento aparece Javier con una exquisitez fuera de concurso; letones de sama en agruras. Sabor delicado que permite resaltar el blanco con que lo acompañamos.


Otra de las sorpresas que tenemos hoy -¡día grande!-, aprovechando que se consiguió una albacoreta, son los mini-tartars  y los medallones preparados con soja, todo de la mano de Javier. Por cierto, si no me equivoco, el miércoles sale -un par de días- rumbo al sur para descubrir platillos delicados y ponernos los dientes largos, ¡es broma!


Ya casi tocados, pero no pudimos resistir la tentación de, auque solo fueran unos granitos -bastantes en realidad-, comprobar el agradable sabor del arrocito.


Esto no es un invento de Leonardo da Vinci, sino una "olla ferroviaria", del blog de Viena, que nos sugirió que nos podía interesar el libro

 

Afortunadamente, le hemos hecho caso pues se leen cosas impactantes del gran maestro Leonardo. Las historias que cuenta son más divertidas que interesantes gastronómicamente. He intentado seleccionar algún fruto del mar de sus propuestas, sin resultado. Solo menciona las otras, el león marino y la sopa de anchoas.

De las ostras nos comenta: ...tienen mejor sabor si se calientan dentro de media concha sobre carbón, habiendo rociado por encima de ellas un poco de aceite suave..."

Del león marino nos asegura: "...carnes duras y malolientes, y a mi entender sólo podría considerarse como alimento en alguna terrible emergencia".

La sopa de anchoas no sale mejor librada. Después de explicarnos la preparación, señala:  "sólo merece ser arrojado al océano, y eso sin duda con gran perjuicio de los desgraciados que lo habitan...".

Aparecen muchas indicaciones sobre modales en la mesa y otros detalle de época. Algunos son muy originales, pero uno de ellos, lo copio íntegro pues resulta increíble:

Página 207
de la manera correcta de sentar
a un asesino a la mesa

Si hay un asesinato planeado para la comida, entonces lo más decoroso es que el asesino tome asiento junto a aquel que será el objeto de su arte (y que se sitúe a la izquierda o a la derecha de esta persona dependerá del método del asesino), pues de esta forma no interrumpirá tanto la conversación si la realización de este hecho se limita a una zona pequeña. En verdad, la fama de Ambroglio Descarte, el principal asesino de mi señor Cesare Borgia, se debe en gran medida a su habilidad para realizar su tarea sin que lo advierta ninguno de los comensales y, menos aún, que sean importunados por sus acciones.
Después de que el cadáver (y las manchas de sangre, de haberlas) haya sido retirado por los servidores, es costumbre que el asesino también se retire de la mesa, pues su presencia en ocasiones puede perturbar las digestiones de las personas que se encuentren sentadas a su lado, y en este punto un buen anfitrión tendrá siempre un nuevo invitad, quién habrá esperado fuera, dispuesto a sentarse a la mesa en este momento.


Amigos de La Tana,
¡nos vemos en junio!

4 comentarios:

  1. Como me provoca ese picoteo en el paseo de la Barra...
    Besicos desde la urbe.

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  2. Querido Sebastián, yo también habría seleccionado ese mismo escrito del libro de Leonardo, como ejemplo de lo entretenido que resulta y lo curioso en general de sus páginas. A mi me resultó de lo más divertido, la verdad.
    Respecto al poco éxito en encontrar en ese libro, referencias gastronómicas de frutos del mar o de la tierra, te diré que aunque pocos biógrafos del gran maestro, lo mencionen, Leonardo da Vinci era un estricto vegetariano al que le repugnaba la ingestión de cualquier animal, fuera marino o terrestre, quizás por eso se desprende su aprensión hacia las recetas que los contienen.
    Realmente el valor del libro no es gastronómico, aunque lo gastronómico abarca mucho, pero para entendernos, no es un recetario en absoluto, estoy de acuerdo.
    Me encantó el capítulo en donde relata el invento para abastecer de leña la cocina de su señor y el desastre que tal invento origina. También me encanta imaginarlo en el trasiego de fiestas y preparaciones culinarias, lleno de despistes y genialidades.
    Para mí, Leonardo se manifiesta en el relato del tiempo durante el cual pintó la Última Cena. Cuentan que estuvo durante meses alimentando a los mendigos del entorno, mientras los dominicos para quienes pintaba, le proveían de todo tipo de manjares que supuestamente servían de modelo para el pintor.
    Creo que ese era mi Leonardo preferido, de los muchos que sin duda fue.
    Creo que habría disfrutado de esa ensaladita de raf que nos has presentado para abrirnos el apetito saludable.
    Un abrazo.

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  3. Amiga Mari Carmen:
    Las pequeñas tentaciones -y si están alejadas, mejor- siempre son un refresco para nuestra mente agitada.
    Un saludo,
    Sebastián Damunt

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  4. Amiga Viena:
    Muy acertada tu interpretación del gran maestro.
    A mi lo que me sorprende es que la mayoría de sus intervenciones en las actividades relacionadas con la alimentación son desastrosas, según leemos en el libro. Nos queda la vis cómica de la mayoría de las incidencias.
    Un saludo,
    Sebastián Damunt

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