El
Paseo de la Barra siempre es un buen
mirador con el azul en frente.
¡Han
vuelto los raones! Fritos
de aperitivo, están riquísimos. Dionisio se los ofrece a los Amigos de La Tana y, en general, los
pruebas y les encantan.
Nuestro
amigo Mimoun, casi recién llegado de
su escapada a Marruecos -en realidad
se fue célibe y regresó desposado- le vemos preparando sus
mariscos, con su habitual eficacia y
simpatía.
Se
da la circunstancia que hace unos días, Dionisio,
incapaz de rechazar una buena pieza,
se hizo con un bogavante de gran tamaño
y aspecto aterrador con sus enormes pinzas.
Encargó a Mimoun que, ya que el bicho había dejado de ser una amenaza, lo preparaba para hacer una cata para intentar descubrir diferencias de sabor y textura entre otros ejemplares de menor talla.
Moussa
atendió el encargo satisfactoriamente y lo colocó frente al mar, en la zona indicada.
Nuestro
amigo José
Luís Godet, experto en aparatos de radio
control, nos visitó con su familia,
y les vemos en la foto degustando los
buenos frutos del mar. Viene con frecuencia, pero hoy era un día especial. Me aseguró que, en su
próxima visita, nos enseñaría alguna de sus maravillas que funcionan con el
mando a distancia.
Volviendo
al tema del bogavante, como el equipo de cata tuvo que desplazarse para una gestión inesperada, al regreso, solo se
veía el mar y a los amigos sonrientes.
¿Se
habrán comido el bicho de aperitivo? ¿Se lo habrá ofrecido el amigo Pitu
como tapita de la casa para hacer boca?
La
mañana seguía su curso, la mar
ligeramente rizada, y nosotros buscando
al bogante.
¡Misterio resuelto!
Mimoun,
en vista de que no nos veía llegar, el bogante seguía solo en la mesa y los barcos
entrando cargados de navegantes, retiró y guardó la fuente en el
frigorífico hasta nuevo aviso.
Se pudo catar y, por lo que yo probé, puedo asegurar que el tamaño sí importa. Cuanto más grande, más
sabroso.
Estos
Amigos de La Tana, familia
maravillosa, no tomaron bogavante, pero si dieron buena cuenta un gallo pedro, que es uno de los pescados
más finos y sabrosos de la zona.
El
doctor -le vemos solo ante el peligro,
es un decir- tiene fina nariz para
el tinto y últimamente suele decantarse por Campillo, un crianza de Rioja, suave y sabroso.
Confiamos, deseamos y esperamos que todo estuviera en su punto.
Confiamos, deseamos y esperamos que todo estuviera en su punto.
Me gusta la fotografía y, si el tema es
gastronómico, hasta tengo opinión. Esta foto, por ejemplo, del blog de mi amiga Fina, casi, casi, podríamos
decir -o cuando menos a mí sí me ocurre- que nos trasmite el sabor de lo que vemos. ¿A que sí?
Amigos de la Tana, intentaba hacer una foto del arroz caldero, para comparar colorido
con el arroz marinero, pero he
llegado tarde y, claro, desde lejos no se aprecia. ¡Será la próxima semana!
Bon dia, Sebastián,
ResponderEliminarAcabo de ver la foto y la cita.
Muchas gracias!!
Que tengas un agradable, con brisa de de mar, fin de semana.
He contestado en tu otro blog libros algunas anteriores: cócteles y fondues.
Me faltan tus dos últimas entradas.
La paella i los pastelitos.
Será domingo noche.
Creo que les envio noticia a Compartir se pondran muy contentos.
Oriol me dijo que los arroces acabaven con un poco de horno.
Saludos,
Espectacular bogavante y por tanto, espectáculo debió ser veros en la mesa dando cuenta de él. Desde luego buen gusto tiene Mimoun, porque la fuente está de cine.
ResponderEliminarEnhorabuena al nuevo esposo y un abrazo al resto de la familia de La Tana.
Un beso para ti.
Amiga Fina:
ResponderEliminarEl color tostado indica un final en el horno. Mi padre hacía buenos arroces, y la paellas se terminaban en el horno. Lo recuerdo porque empecé de pinche con él. La cocina era de carbón y las arandela se ponían casi al rojo.
Un saludo,
Sebastián Damunt
Amiga Viena:
ResponderEliminarEl Paseo de la Barra es un sitio estupendo. Cuando toca bogavante, dos veces bueno. Claro que, el lunes, no falla: ¡lentejas!
Un saludo,
Sebastián Damunt