Martes, día 10
Antes de que existiera la autovía que nos enlaza, además de con Cartagena -30 minutos- y Murcia, directamente con Barcelona y ya, incluso, con el resto de Europa, existía una bonita carretera, bordeada de pinos por ambos lados cuyas ramas casi llegaban a tocarse por arriba, con lo que formaban una especie de sombreado o túnel. Era una ilusión conducir hacia la playa o viceversa. Ilusión peligrosa, ya que estos árboles maravillosos eran el forzado destino de los automóviles desviados.
Los desplazamientos de Cabo de Palos a Cartagena eran de paso obligado por los Belones, hasta llegar al Sabinar, donde había que decidir si se seguía por lo que representaba la vía rápida, El Algar-Cartagena, o, podíamos desviarnos y pasar por El Llano, cruzarnos con el trenillo de La Unión y entrar en la ciudad de las chimeneas humeantes.
Quiero significar con esto que el viaje Cartagena-Palos, era de paso obligado por el Algar y al tomar la recta hacia el mar, a mano derecha existía un chiringuito, La Cabaña de Saura, que era la parada obligatoria, bien a la ida, como a la vuelta, para repostar y refrescar gaznate y estómago.
Antes de que existiera la autovía que nos enlaza, además de con Cartagena -30 minutos- y Murcia, directamente con Barcelona y ya, incluso, con el resto de Europa, existía una bonita carretera, bordeada de pinos por ambos lados cuyas ramas casi llegaban a tocarse por arriba, con lo que formaban una especie de sombreado o túnel. Era una ilusión conducir hacia la playa o viceversa. Ilusión peligrosa, ya que estos árboles maravillosos eran el forzado destino de los automóviles desviados.
Los desplazamientos de Cabo de Palos a Cartagena eran de paso obligado por los Belones, hasta llegar al Sabinar, donde había que decidir si se seguía por lo que representaba la vía rápida, El Algar-Cartagena, o, podíamos desviarnos y pasar por El Llano, cruzarnos con el trenillo de La Unión y entrar en la ciudad de las chimeneas humeantes.
Quiero significar con esto que el viaje Cartagena-Palos, era de paso obligado por el Algar y al tomar la recta hacia el mar, a mano derecha existía un chiringuito, La Cabaña de Saura, que era la parada obligatoria, bien a la ida, como a la vuelta, para repostar y refrescar gaznate y estómago.
Javier, en la puerta de la Cabaña de Saura
La maravillosa autovía actual, que tan buen servicio proporciona a los que vamos y venimos por esta zona, rebajó considerablemente la
Dionisio repasando las añadas
actividad del merendero. Pero sus propietarios, supieron mover ficha y crearon, justo en frente, una bodega, que hoy en día tiene una de la mayores colecciones de vino del área del Mar Menor.
Pepe Marín
Pepe Marín, amigo de La Tana, nos visitó ayer y comentó algunos detalles de sus mejores añadas con Javier, nuestro experto en vino, enólogo vocacional, siempre pendiente de que los blancos que ofrecemos al público tengan la fecha indicada. Nuestros Amigos de La Tana, que cada día son más sibaritas, exigen siempre las últimas cosechas, para gozar del fresco perfume de la uva en los caldos que acompañan las piezas recién pescadas de Cabo de Palos. De ahí el interés de Javier.
En la visita que hicimos a Pepe Marín en su bodega, nos mostró la zona donde tiene sus joyas de gran valor. Recuerdo que nos invitó a una pequeña de gustación, que nos encantó. El Petrus, quedó aparcado para una futura ocasión.
En la visita que hicimos a Pepe Marín en su bodega, nos mostró la zona donde tiene sus joyas de gran valor. Recuerdo que nos invitó a una pequeña de gustación, que nos encantó. El Petrus, quedó aparcado para una futura ocasión.
Vinos de La Cabaña de Saura
Petrus 1995
1.250 €
No hay comentarios:
Publicar un comentario